Considera los lirios
Me encanta la naturaleza y alabar a su Creador, pero a veces me siento erróneamente culpable de admirarla tanto. Entonces, recuerdo que Jesús la utilizó como una herramienta de enseñanza. Para alentar a la gente a no preocuparse, usó como ejemplo unas simples flores silvestres. «Considerad los lirios», dijo, para luego agregar que aunque las flores no trabajan en absoluto, Dios las viste de hermosura. Concluyó señalando que si Él viste con tanta gloria algo temporal, sin duda hará mucho más por nosotros (Mateo 6:28-34).
Sobre escuchar
«Dios te dio dos oídos y una boca por una razón», expresa el dicho. Escuchar es una capacidad esencial en la vida. Los consejeros nos alientan a escucharnos unos a otros, y los líderes espirituales nos enseñan a tener un oído atento a Dios. Pero casi nadie dice: «Escúchate a ti mismo». No estoy sugiriendo que tenemos una voz interior que siempre nos dice lo correcto ni que debemos escucharnos a nosotros mismos en vez de a Dios y a los demás, sino que debemos oírnos para averiguar cómo podrían estar recibiendo los demás nuestras palabras.
Decidido a decidir
Desde 1975, no he adoptado ningún tipo de resolución de Año Nuevo. No lo he necesitado… ya que todavía estoy trabajando en algunas anteriores: escribir aunque sea una nota breve en mi diario todos los días, hacer un gran esfuerzo para leer la Biblia y orar cada día, organizar mi tiempo, tratar de mantener limpio mi cuarto (esto fue antes de tener toda una casa para limpiar).
Mejor que lo planeado
Las interrupciones no son nada nuevo, y es raro que pase un día tal como lo hemos planeado.
Sin público
Una noche de invierno, el programa anunciaba que el compositor Juan Sebastián Bach interpretaría una obra nueva escrita por él. Llegó a la iglesia pensando que estaría repleta, pero se enteró de que no había ido nadie. Sin dudar un instante, Bach les dijo a sus músicos que harían la presentación tal como habían planeado. Todos se ubicaron en sus lugares, Bach tomó la batuta y, de inmediato, la magnífica música llenó todo el edificio.
Estar presente
Todo Estados Unidos quedó pasmado tras el asesinato de 20 niños y 6 miembros del personal de una escuela de Connecticut, sin poder creer que algo tan horrendo pudiera suceder. La gente pensaba solo en la tragedia y en los cuestionamientos que la rodeaban: ¿Qué clase de persona haría algo así y por qué?, ¿cómo puede prevenirse que vuelva a suceder?, ¿de qué manera podemos ayudar a los sobrevivientes? En medio del caos, un grupo inesperado se hizo presente y marcó una diferencia.
Luces navideñas
Todos los años, en diciembre, un vecindario formado por trece familias, cerca de donde nosotros vivimos, arma una deslumbrante exhibición de 300.000 luces navideñas. La gente viaja desde lejos y forma fila durante horas para ver las luces coloridas y titilantes, y escuchar la música programada como acompañamiento. El despliegue de sonidos y luces es tan elaborado que exige una red de 64 computadoras para mantener todo sincronizado.
Dios está esperando
Durante la época de Navidad, esperamos. Esperamos en medio del tránsito. Esperamos en las filas de las tiendas para comprar regalos. Esperamos que lleguen los familiares. Esperamos reunirnos alrededor de una mesa repleta de nuestra comida favorita. Esperamos para abrir los regalos elegidos con amor.
Plagio espiritual
Cuando enseño redacción, exijo que los alumnos escriban durante la clase. Sé que la composición que elaboran en el aula es obra de ellos, lo cual me permite familiarizarme con las particularidades de la expresión escrita de cada uno y detectar si «toman prestadas» demasiadas improntas de otro autor. Los alumnos se sorprenden al descubrir que su voz escrita (que incluye lo que redactan y cómo lo hacen) es tan distintiva como su voz física. Tal como las palabras que decimos proceden del corazón, lo mismo sucede con lo que escribimos: revela quiénes somos.
A quien corresponda
Mi esposo y yo vivimos en una zona rural rodeada de granjas, donde este dicho es popular: «Si hoy comes, dale gracias a un granjero». Sin duda, los granjeros merecen nuestro agradecimiento, ya que hacen el trabajo abrasador y arduo de preparar la tierra, plantar las semillas y cosechar los alimentos que impiden que muramos de hambre.